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reitend

Reitend


Espíritu Carmesí




Clase: Clérigo

Raza: Humano

Género: Masculino

Nacimiento: 1540

Fallecimiento: -

Lealtad: Armada Imperial

Relacionados: Clan: Arand



Descripción física y personalidad


Reitend tiene una estatura promedio de ciento setenta y cinco centímetros. Posee un cuerpo tonificado y musculoso. Su barba y su cabello son de un color rojo vibrante. Su piel clara, marcada por el paso del tiempo, refleja una vida de arduo trabajo. Sus ojos, de un marrón profundo, irradian una calma serena y una penetrante sabiduría. Es conocido por ser honesto, empático y generoso. Su notable capacidad para escuchar a los nuevos aventureros lo convierte en un consejero valioso y un líder de confianza. Es paciente y disciplinado, cualidades que se manifiestan en su trato tanto con los feligreses como con aquellos que buscan su guía. Dotado de una gran fortaleza interior y una determinación inquebrantable, siempre trata de enfrentar las adversidades con plena serenidad.

Inicios del personaje


Nacido en la ciudad de Arghâl en el año 1540 en una familia adinerada, su nombre completo es Reinold Tirius Endjhal. Educado y criado en aquella ciudad durante toda su niñez. Cuando era pequeño vivía junto a su madre, llamada Adhelya y a su padre, Evans, este último no tan presente en la vida de su hijo debido a que se dedicaba a la caza de osos pardos y lobos salvajes por todo el mundo. Solía ser frio, distante y frecuentaba ausentarse durante días. En cuanto a su madre, era una exitosa sastre, teniendo un puesto en esa misma ciudad y en sus tiempos libres colaboraba con aquellos desamparados, en alguna situación de vulnerabilidad, entregándoles ropajes arghalianos y algo de provisiones.

Un momento que marcó su vida fue la pérdida de su padre en 1552 donde este junto a unos compañeros emprendieron una misión a una sombría tundra conocida como Marabel, en busca de criaturas extrañas y peligrosas, más precisamente ciclopes, ya que sus ojos eran bien comerciados y pagados en el mercado. Ante ello, es que un día partieron en sus caballos a dicho lugar el cual se sitúa al suroeste de Arghâl y al noroeste del pueblo de Ullathorpe, sobre las costas occidentales.

Luego de unos días, momentos en los que Reinold se encontraba estudiando y su madre cosiendo, escuchan que golpean la puerta de la casa. Era uno de los hombres que había partido hacia Marabel, inmediatamente le preguntan qué hacía allí y donde se encontraba Evans; este les comentó que la misión había fracasado, que a los pocos días que partieron se adentraron en un bosque desconocido, a orillas de las costas occidentales, muy cerca del lugar de destino y que una vez allí sintieron que este se cerraba a sus espaldas, eran Ents, los hicieron perderse, y desembocaron en un nido de arañas; tuvieron una pelea intensa con varias de ellas, solo quedaban de pie Evans y él; y que en un abrir y cerrar de ojos tenía una araña a sus espaldas, no sabían de donde salió, Evans, con nervios de acero y en un acto de valentía y coraje absoluto, al ver que la araña se abalanzó a espaldas de su compañero, desenfundó su arco Élfico y disparó una flecha entre los ojos de la criatura, fue casi un destello, digno de un buen cazador. Lograron salir del lugar con vida, pero su padre se encontraba gravemente herido, pues una araña lo había envenenado, impidiendo que Evans llegué con vida a la ciudad de Arghâl, muriendo así de camino a la misma.

Reinold, en busca de paz interior luego de la muerte de su padre, se acercó al templo de Arghâl con el fin de no solo poder terminar con la tristeza que lo abrumaba, si no también entender sobre el arte de curar. Los sacerdotes al ver que su disposición y voluntad para aprender nacía desde un sentimiento tan profundo y puro como lo es el amor, le fueron brindando su conocimiento de conjuros curativos mediante el lenguaje élfico, así aprendió como curar enfermedades “Nihil Vitae” o heridas, tanto graves “En Corp Sanctis”, como críticas “Sum Corp Sanctis”. Allí demostró ser un joven con mucha determinación, es por eso que, en el transcurso de su aprendizaje fue apodado como “Reitend”.

Historia intermedia


En el año 1561, bajo una voluntad incansable para aprender, es que el clero de la ciudad le propone culminar con su enseñanza en Banderbill donde se encontraban los sacerdotes más longevos del imperio; allí podría terminar con lo que había empezado. El párroco le escribió una nota para que sea presentada por él ante los pontífices de Banderbill, y que una vez con ella en sus manos, emprendió viaje en su caballo. Al llegar a la capital se dirigió al templo y ante los sacerdotes se presentó como un simple aprendiz proveniente de Arghâl, otorgándole la nota que habían escrito para ellos. En ella explicaba que se trataba de un joven que llegó con una inmensa tristeza, lo cual lo impulsó a aprender sobre la sanación, presentando devoción y fervor absoluto al transcurso de los años, solicitando al clero que se le dé hogar para así terminar su aprendizaje, y así fue. Él colaboraba con la limpieza y mantenimiento del lugar, bajo supervisión, ponía en práctica sus conocimientos y durante las tardes se instruía. Reitend poseía un enfoque fresco y entusiasmo por el servicio, tanto así que atrajo la atención tanto de líderes eclesiásticos como de ciudadanos comunes.

Un año más tarde luego de haber culminado su enseñanza fue enviado desde su congregación hacia la ciudad de Nix, con la esperanza de que pudiera aplicar y colaborar con sus habilidades. Por lo que a fines de 1562 emprende viaje hacia allí, hospedándose en una humilde cabaña. Los pontífices de la iglesia le brindaron un espacio en ella para asistir a aquellos que necesiten de su ayuda, ya sea, comida, vestimenta, provisiones, consejos, etc. como también pregonando la palabra de Dios, con el fin de poder colaborar con los sacerdotes de la ciudad para con aquel enfermo y doliente que requería sanación. En el año 1570 en una noche lluviosa, Reitend, que se encontraba leyendo dentro de su casa, escuchó unos gritos de auxilio, inmediatamente salió a ver qué era lo que sucedía y observó a un guardia de la Armada Imperial herido con un corte muy profundo en su espalda, se encontraba protegiendo la entrada superior de la ciudad, y un bandido, desde la oscuridad y en un acto traicionero lo apuñaló por detrás, sus compañeros lo siguieron para que no escape, y otro fue a pedir ayuda a los sacerdotes. En ese momento, Reitend puso sus manos sobre la herida del soldado, cerró los ojos y concentró su poder en ellas, rápidamente la herida se empezó a cerrar dejándola como si nada hubiera pasado. Cuando abrió los ojos se encontraban allí los otros guardias, ciudadanos y sacerdotes de la ciudad, todos vieron de lo que él era capaz, el guardia creyó ver un ente ante sus ojos, y con vos temerosa dijo “Espíritu Carmesí”, al enterarse que frente a él se encontraba el joven clérigo de cabellos rojizos, y perplejo con semejante poder solo salió de sí agradecerle y manifestándole que sus poderes serian de gran ayuda en batalla.

Aquella noche, luego del valeroso acontecimiento, Reitend recibió muchos interrogantes en su cabeza. Por un lado, esa frase que el guardia le emitió, refiriéndose a la incorporación de su arte curativo en la batalla, lo ha dejado toda la noche pensativo. Definitivamente, algo estaba por cambiar.

A los pocos días, una nota desde la ciudad capital arriba a su correo, en el reposo de su humilde hogar. Representantes de la Armada Imperial requerían su presencia en el Distrito Real. Al parecer el guardia al que hace pocas noches atrás había sanado, ha alzado la voz en sus superiores a fin de comentarles lo ocurrido aquel día. Reitend había sido protagonista en aquella conversación; por lo que de forma inmediata emprendió viaje en barca hacia allí.

Luego de arribar a la ciudad capital, Banberbill, se dirige hacia el Cuartel General, dónde, el general de la Armada Imperial, habría solicitado conocerlo en persona luego de aquel valeroso y destacado acto.

Es allí cuando, el general, le propone a Reitend acompañar una misión que involucraban barcos espías en las costas de Oderon, más en concreto en las cercanías de la ciudad del Sur. Para el caso de que la misión tenga un resultado favorable para el Imperio, y el clérigo demuestre una imperiosa valentía, para ser tenido en un posible alistamiento a la Armada Imperial.

Al día siguiente, se dirigió al muelle, donde lo aguardaban dos barcos de la Armada. Se embarcó en uno de ellos y zarparon en dirección a las costas de Nix. Una vez en sus inmediaciones es que los avistaron, se encontraban sobre una isla en las costas de Otoren, eran tres barcos de las Hordas del Caos, un poco más voluminosos, con más tripulación, al parecer estaban descansando del océano. Ellos al no percatarse de la presencia de los soldados imperiales, les dieron lugar a que pensaran de forma eficiente una estrategia. Fue entonces cuando uno de los barcos de la Armada logró rodearlos y desembarcaron por la popa de la embarcación, mientras que el otro barco se aproximó por el frente, cuando los soldados de Mhorkvel se percataron, este a una distancia prudencial, se perfiló y accionó sus catapultas, haciendo que los enemigos huyan de las orillas del océano. En ese momento los soldados de la otra embarcación los envistieron por detrás, si bien los enemigos estaban desorientados con lo que estaba ocurriendo, los superaban en cantidad. Fue una ardua batalla, el ruido del metal de sus espadas, los gritos de sufrimiento y la sangre esparcida en el aire como una cortina espesa, daba la talla de una pelea sangrienta con pocos precedentes.

Él sabía que era su hora de actuar, desde la retaguardia, asistía a los que iban cayendo, rápidamente curaba sus heridas y se reintegraban a la pelea. Alzaba sus manos, y protegía a los que seguían de pie. La estrategia fue increíble, pero los superaban en cantidad, no podía curar a todos los heridos, al menos no como lo estaba haciendo. Estaban perdiendo, quedaban unos pocos soldados y los enemigos los doblaban en número, solo un milagro podría salvarlos. Es allí donde Reitend cerró sus ojos, alzó sus manos al cielo e invoco un conjuro en una lengua antigua; “Uere Ferethiele”, fue un estallido de luz, encandilaba a cualquier persona. Los aliados empezaban a levantarse del suelo, los que se encontraban peleando recuperaban energía. Los enemigos no podían creer lo que estaba sucediendo, de inmediato la Armada Imperial eran más que ellos. Al ver a los soldados correr hacia los enemigos, Reitend se desplomó en el suelo, exhausto y sin fuerzas. Cuando abrió los ojos la batalla había terminado, el imperio había triunfado. Lo cargaron en brazos y lo llevaron al barco, partieron desde allí hacia Banderbill.

Luego de unos días de navegación llegan a la ciudad, los soldados se dirigieron al Palacio Real, Reitend se quedó ayudando a bajar algunas cajas con provisiones. Al cabo de unas horas, un teniente, que comandaba la misión volvió al muelle y le expresó al clérigo que, el general, requería verlo en persona. Una vez en presencia de Thandell, el cual ya se encontraba en conocimiento de la gran hazaña y la valentía del joven arghaliano, le expresó su gratitud y le otorgo la distinción de pertenecer a la Armada Imperial.

Presente, aspiraciones y futuro


En la actualidad reside en Nix donde colabora con la iglesia. Junto a un grupo de valientes imperiales crearon el clan Arand. Su aspiración es poder ayudar a los que necesiten de su conocimiento y artes curativas, contribuir con las fuerzas Armadas y en la defensa de los muros del Imperio. En un futuro, pretende formar parte de la Asamblea Real, donde podría tomar decisiones políticas y crear un monasterio para aquellos feligreses que quieran aprender el arte de la sanación y participar en un proselitismo altruista, promoviendo valores de compasión y servicio a los ciudadanos del Imperio.

reitend.txt · Última modificación: 2024/11/04 15:54 por behjer