DweLL
Portadora de Recuerdos | ||
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| Clase: Druida Raza: Humano Género: Femenino Nacimiento: 1562 Fallecimiento: - Lealtad: Republica Relacionados: Phyr | |
Descripción física y personalidad
Dwell, con una presencia misteriosa y poderosa. Su cabello, una mezcla vibrante de tonos amarillos y naranjas, parece reflejar los colores del amanecer. La túnica rosa oscura que viste es un símbolo de su conexión con la tierra y su valentía para defenderla. Sus ojos verdes, semejantes a las aguas estancadas de un pantano, y sus labios rojos y carnosos invitan a escuchar sus palabras, tan cautivantes como el canto de las sirenas. Con una estatura de 168 centímetros, la joven parece una parte integral del paisaje, como si hubiera crecido desde la misma tierra. Su piel, suave como la de los cachorros de lobo, parece radiar una energía vital conectada con la naturaleza. A pesar de su apariencia intachable, sin heridas de guerra que marquen su cuerpo, ella es una guerrera atormentada por el miedo. Sin embargo, su curiosidad insaciable la impulsa a explorar más allá de los muros de su ciudad natal en busca de respuestas y aventuras. Desde muy joven ha aprendido a ocultar sus emociones, pero no puede escapar de sus propios pensamientos. Su memoria es su guía y recuerda cada momento crucial. En sus relaciones, cada paso es un paso hacia adelante o hacia atrás, y ella sabe que cada decisión cuenta.
Inicios del personaje
Nacida en la vivienda N°4, al noreste de la capital de Suramei, rodeada de la calidez y la tradición de su familia. Criada por sus abuelos, ya que su madre murió en el parto, y su padre decidió alejarse de ella, absorbió la sabiduría y la pasión de su abuela, una destacada alquimista, y el cariño de su abuelo, uno de los cantineros más afamados de la ciudad Desde pequeña, se sintió atraída por los pergaminos y los libros antiguos. Cada vez que su abuela viajaba a Lindos para visitar a su mejor amiga, la joven rogaba quedarse en la biblioteca, envuelta en el aroma peculiar de los pergaminos y la suave luz de las antorchas. Aquel lugar se convirtió en su segundo hogar, donde podía perderse durante horas en las historias y los conocimientos contenidos en aquellos rollos de papel amarillento. La biblioteca se transformó en su refugio, un espacio donde la imaginación y la curiosidad se fusionaban. Dwell pasaba horas estudiando los dibujos y las ilustraciones, soñando con los mundos y las criaturas que habitaban en aquellos pergaminos. Ella conocía los pasillos de la biblioteca como la palma de su mano. Con tan solo 7 años, había explorado cada rincón, cada estante y cada vitrina. Una mañana, mientras recorría uno de los pasillos menos frecuentados, descubrió una puerta sellada que nunca había visto antes. Al acercarse, escuchó un susurro débil que parecía provenir de detrás de la puerta. Ayuda, déjame salir, suplicaba la voz, tan tenue que parecía un lamento. La niña se detuvo, intrigada, pero no le dio importancia. Pensó que era solo su imaginación o algún truco de la biblioteca. Siguió su camino hacia la sección de conjuros de transformación, donde pasó horas estudiando los pergaminos y los dibujos. Un día, en la taberna de su abuelo, Dwell decidió compartir su secreto. El anciano la escuchó con una sonrisa amable, pero su expresión cambió cuando su nieta mencionó la puerta sellada y la voz Es solo una historia para asustar a los niños, dijo su abuelo, intentando tranquilizarla. 'La leyenda del joven atrapado por los pergaminos. No te preocupes, pequeña. No es real'. Pero Ella sabía que la voz era real. La había escuchado, la había sentido. Y aunque su abuelo intentaba convencerla de lo contrario, ella comenzó a sentir que había algo más detrás de esa puerta sellada, algo que la llamaba, sin embargo decidió ignorar ese llamado.
La cámara de los Susurros y el libro de los recuerdos
A los 17 años, Dwell se preparaba para dejar su hogar, pero no sin antes despedirse de sus compañeros más leales: los pergaminos que la habían convertido en una experta en el arte del mimetismo. Pasó las últimas horas inmersa en el aroma y la belleza de los libros y pergaminos que había leído innumerables veces. Sin embargo, un susurro familiar la heló la sangre. El mismo susurro que la había atormentado durante años. Paralizada por el miedo, su mirada se dirigió hacia el rincón que había estado ignorando durante tanto tiempo: “La Cámara de los Susurros”. Allí estaba, la puerta sellada durante años, ahora abierta, como invitándola a pasar. Con cautela, Dwell descendió por la escalera y llegó a un sótano oscuro y polvoriento, lleno de telarañas. Con un poco de sus semillas y un soplo suave, logró encender una antorcha. La biblioteca secreta era circular, con una silla y una mesa que sostenía un pergamino enigmático. Las líneas de tinta se movían por sí solas, formando palabras que eran susurros que el aire trasladaba por toda la cámara. Solo unas pocas personas poseían la capacidad de oírlas, y Dwell era una de ellas. Su mirada se detuvo en un libro en la estantería: “El Libro de los Recuerdos”. Lo abrió y descubrió que era un libro mágico que contenía recuerdos olvidados de su pasado. Además, descubrió que podía leer los recuerdos de cualquier persona que lo hubiera tocado. Mientras exploraba el libro, Dwell encontró recuerdos de su abuela, que revelaban un secreto familiar ocultado durante generaciones. También encontró recuerdos del joven atrapado en la Cámara de los Susurros, que había estado llamándola durante tanto tiempo. Su curiosidad y determinación la llevaron a profundizar en los misterios del libro.
Presente, aspiraciones y futuro
Hoy en día, Dwell con sus dieciocho años de edad decidió quedarse en la ciudad, ayudando a aquellos que habían olvidado quiénes son, están perdidos o simplemente necesitan un oído atento. Ella heredó la taberna de su abuelo y lleva consigo el Libro de los Recuerdos, un símbolo de su conexión con el pasado. Cada vez que hay un alma sin guía, Dwell está ahí para guiarla y ayudarla. Ofrece una cerveza reconfortante y la sabiduría de su ancestro Phyr, quien siempre está a su lado, aunque no lo pueda ver. Phyr encuentra formas creativas de hacerse notar, moviendo copas o haciendo burbujear botellas de jugo de frutas en la taberna. En cuanto a su futuro, Dwell no tiene planes claros. Simplemente desea envejecer junto a su taberna y su gran caldero, un objeto heredado de su abuela. En él, prepara todo tipo de pociones que vende en sus tiempos libres, cuando no está atendiendo a los clientes de la taberna.