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arterius

Arterius


Puño del Ocaso




Clase: Gladiador

Raza: Enano

Género: Masculino

Nacimiento: 1489

Fallecimiento: -

Lealtad: Milicia Republicana

Relacionados: Thordan (Padre) Elyra (Madre) Valaks (Esposa) Lyss (Hija) Maelrik (Mentor) Dorvin (Mentor) Elren (Aprendiz) Clan Megonex



Descripción física y personalidad


Arterius es un enano de baja estatura, robusto y musculoso. Tiene piel clara, pelo largo y una barba marrón oscuro, densa y bien cuidada. Su postura firme —propia de su constitución enana— y su caminar decidido le otorgan una autoridad natural. Sus ojos marrones, profundos, reflejan años de batalla, experiencia y cansancio.

No habla mucho, pero en situaciones difíciles demuestra liderazgo con decisiones claras, priorizando siempre al grupo por encima de sí mismo. Es reservado, directo, y actúa guiado por un fuerte sentido del honor. Cuestiona órdenes cuando lo cree necesario, buscando actuar con criterio y efectividad. Tiene una voluntad inquebrantable y una lealtad férrea hacia la República. Afila constantemente sus armas y rara vez expresa emociones. Ganarse su confianza es difícil, pero quien lo logra encuentra a un aliado incondicional.

Bajo la armadura pesada y las cicatrices de batalla arde un fuego que nunca se extingue, alimentado por las pérdidas y el sacrificio de una vida entera en guerra.

Inicios del personaje


Thordan y Elyra se conocieron en el año 1436, cuando las tropas del Imperio cruzaban las tierras del Este durante la búsqueda del Escudo de Astragal. Fue en un cruce fortuito, cuando una escaramuza menor llevó al enano a perseguir a unos saqueadores cerca de los bosques de Illiandor. Elyra, una elfa que comerciaba con curanderos y refugiados, asistió a un Thordan herido, sin preguntar por su bando ni su rango. Aquel gesto, simple pero valiente, marcó el comienzo de una relación secreta.

La relación no estaba prohibida por enemistad política directa —pues Illiandor, como asentamiento élfico tribal, no mantenía una postura clara a favor ni en contra del Imperio—, sino por las estrictas normas del linaje de Thordan. Su familia, de ascendencia noble y asentada en Banderbill, despreciaba cualquier vínculo con razas no enanas, y especialmente con culturas ajenas a la jerarquía imperial. Para los suyos, Elyra era una extranjera sin estatus, y cualquier relación con ella representaba una amenaza directa al honor familiar.

Thordan vivía en Banderbill, pero sus constantes misiones lo llevaban a recorrer gran parte de Imperium. Siempre que podía, solicitaba tareas en Tiama, Rinkel o en zonas próximas a Illiandor, con la esperanza de acortar distancias. El contacto entre ambos se mantenía mediante viejos comerciantes y herbolarios que cruzaban los caminos boscosos hacia Illiandor. Las cartas eran discretas, ocultas entre cargas de hierbas y rollos de piel, y ocasionalmente, Thordan mismo encontraba la forma de visitarla oculto entre informes y permisos de paso.

En el año 1488, al recibir la orden de establecerse temporalmente en Illiandor para reforzar la defensa de la ciudad, Thordan vio la oportunidad de estar más cerca de Elyra sin levantar sospechas. Fue en ese período donde su vínculo se fortaleció más que nunca. Un año después, en 1489, nació Arterius.

A pesar de sus diferencias, Thordan y Elyra coincidían en una cosa: la necesidad de formar a su hijo para sobrevivir en un mundo fragmentado por el conflicto. Desde temprana edad, su madre le enseñó a pensar por sí mismo, a desconfiar de las verdades absolutas y a nunca acatar una orden sin antes comprender su propósito. Le inculcó el valor de la introspección, la observación y el respeto por quienes vivían al margen de la ley sin por ello ser injustos. El padre, por su parte, era un soldado disciplinado y recto. Siempre hablaba del honor, del deber y del sacrificio. Con el paso de los años, comenzó a evidenciar cierta incomodidad respecto a decisiones imperiales que chocaban con sus principios. Aunque su relación con Elyra seguía siendo un secreto; su amor por ella y la vida que compartían en Illiandor empezaron a pesar más que los mandatos de sus superiores. Fue entonces cuando sus enseñanzas hacia Arterius comenzaron a virar sutilmente: hablaba del honor, sí, pero también del respeto a la voluntad del pueblo, del valor de la libertad y de la justicia como una construcción colectiva.

Fue en el año 1503 cuando Thordan recibió una orden directa del Imperio: debía reprimir una revuelta de campesinos que exigían mejores condiciones en Lindos. La misión parecía rutinaria, pero cuando llegaron al lugar, el comandante a cargo —un noble sin escrúpulos de Banderbill— ordenó matar a todos los rebeldes sin mediar palabra. Thordan desobedeció, protegiendo a varios civiles, y fue por ello degradado y exiliado de las filas imperiales. Herido y perseguido, logró sobrevivir gracias a un grupo de milicianos republicanos que operaban en las cercanías. Este grupo se aseguró de escoltarlo de regreso a cercanías de Illiandor, protegiéndolo durante todo el viaje hasta que estuvo a salvo.

Este gesto no solo salvó la vida de Thordan, sino que dejó una marca indeleble en Arterius, quien por primera vez vio a la República como algo más que un símbolo abstracto. Aquellos milicianos, movidos por la solidaridad y la justicia, representaban los ideales que poco a poco comenzaban a tomar forma en su interior. Fue entonces cuando la idea de la República dejó de ser un concepto distante para convertirse en una causa tangible, una que empezaba a resonar cada vez más fuerte en su interior.

Así, entre la firmeza reflexiva de su madre y el temple guerrero de su padre, Arterius fue formando un código propio. La mezcla de ideas que absorbía en casa le enseñó a cuestionar sin dejar de respetar, a valorar la fuerza pero no imponerla, y a entender que la verdadera autoridad no se impone con miedo, sino que se gana con integridad. Esos valores, nacidos en la intimidad de su hogar, serían los que más adelante definirían su compromiso con la República.

La llegada del año 1514 marcó un antes y un después para su familia. Con la toma de Illiandor por parte de la República, Arterius pudo, por fin, vivir más libremente. Ya no debía ocultar su simpatía por los ideales de justicia y equidad que Fausto había sembrado. Fue durante estos años que Thordan comenzó a entrenarlo seriamente en el arte de la guerra: manejo de los nudillos, defensa con escudo, combate en espacios reducidos y tácticas de batalla. Bajo la supervisión de su padre, Arterius, desarrolló rápidamente una fuerza física notable y una intuición táctica afilada, rasgos que lo distinguieron con el tiempo como gladiador.

En el año 1517, motivado por una creciente sed de conocimiento, Arterius decidió partir hacia Lindos, hogar de una de las bibliotecas más grandes del Imperium. Allí conoció a Maelrik, un viejo maestro de pergaminos conocido por su sabiduría y su carácter mordaz. Este, al ver en Arterius un joven con temple y curiosidad, lo tomó como aprendiz informal. Lo instruyó en historia, política, ética y estrategias de guerra de siglos pasados.

Aunque al principio Arterius se mostró algo reacio al estudio, pronto comprendió el valor del conocimiento. Pasó largas horas entre estanterías, absorbiendo relatos de héroes caídos, tratados sobre liderazgo y teorías sobre la naturaleza del poder. Maelrik se convirtió en una figura clave en su desarrollo: no solo le enseñó a leer entre líneas, sino también a comprender que un guerrero no se forja solo en el campo de batalla, sino también en la reflexión.

Durante su estancia en Lindos también perfeccionó sus habilidades de combate y, bajo la tutela de un viejo enano herrero llamado Dorvin, aprendió el arte de la forja. Entre el calor de la fragua y el peso del martillo, Arterius encontró una disciplina que complementaba su vida como guerrero: el poder de crear, no solo de destruir.

Luego de 7 años, en 1524 emprendió su regreso a Illiandor. Como era de esperarse, el viaje no fue pacífico. En el camino, un grupo de renegados emboscó la caravana donde viajaba Arterius. Sin un líder claro entre los suyos y en evidente desventaja numérica, fue él quien organizó la defensa. Tomó rápidamente el mando, asignó posiciones, aprovechó el terreno a su favor y mantuvo la moral de los combatientes. Resistieron durante horas hasta que los refuerzos republicanos lograron despejar la amenaza. Aquella acción no solo salvó decenas de vidas, sino que reveló la capacidad de Arterius para mantener la calma bajo presión y actuar con lucidez en medio del caos.

Cuando finalmente regresó a Illiandor, Arterius ya no era un aprendiz, sino un combatiente completo, templado por el conocimiento, la guerra y la voluntad. Poco después de su llegada, fue invitado a participar en la reorganización de la defensa de los caminos rurales al norte de la ciudad, donde coordinó a varias patrullas dispersas. Su habilidad para unir a mercenarios, soldados y voluntarios bajo una misma causa hizo que su nombre empezara a resonar entre los círculos de la Milicia.

Historia intermedia


Entre 1527 y 1537, Arterius continuó su camino de perfeccionamiento recorriendo no sólo el continente oriental, sino prácticamente todo el territorio conocido. Viajó por las montañas de Rhagnark, los bosques cercanos a Suramei, los senderos olvidados de la costa este y las áridas tierras del sur. También se infiltró brevemente en algunas ciudades imperiales como Banderbill, donde pasó desapercibido entre los comerciantes para estudiar sus defensas. En Rinkel, trabajó como herrero auxiliar en un viejo taller mientras entrenaba en los campos locales. En la ciudad de Arghal, ayudó a escoltar caravanas que aún intentaban comerciar en la zona. Llegó incluso a las frías proximidades de la Cueva de Migyur, donde vivió de primera mano las secuelas de los enfrentamientos por los Fragmentos de Alkar.

En cada región se enfrentó a nuevos desafíos: bandidos, bestias salvajes, conflictos entre pueblos y amenazas que desbordaban la comprensión de las autoridades locales. Pero no todo fueron batallas. En las tierras heladas de Tiama conoció a Uldrak, un cazador que le enseñó a sobrevivir en las condiciones más extremas y a leer las señales de la naturaleza. En las islas de Nueva Esperanza, conoció a Valaks, una joven maga gnoma con quien compartió largos debates sobre filosofía y magia; con el tiempo, se convertiría en su esposa.

Lamentablemente no todas fueron buenas aventuras, mientras escoltaba una caravana cerca de las llanuras de Tiama, fueron emboscados por bandidos que operaban bajo las órdenes de un caudillo local. Arterius perdió más que un enfrentamiento ese día. Uldrak fue alcanzado por una flecha envenenada y cayó muerto ante sus ojos. A pesar del golpe emocional, Arterius no cedió al caos y fingió rendición para ganar tiempo. Durante las negociaciones, provocó una discusión entre los propios bandidos al sembrar desconfianza sobre su líder. El caos interno fue suficiente para que los escoltas reorganizaran la defensa. Aprovechando la confusión, Arterius lideró una carga inesperada que desbarató el ataque enemigo.

Tras el combate, los comerciantes lo proclamaron su salvador y enviaron una carta de recomendación a la Milicia Republicana, reconociendo su valor y liderazgo. Ese día, la victoria no supo a gloria, sino a sacrificio: fue el precio de proteger a los suyos.

Durante estos años también sirvió como instructor itinerante, enseñando a campesinos y jóvenes reclutas el manejo básico de las armas, el uso del escudo y la importancia de la disciplina. Su manera directa de hablar y su ejemplo en combate lo convirtieron en un mentor respetado, aunque temido por su exigencia. Uno de sus aprendices más destacados fue un joven llamado Elren, un arquero que más tarde lucharía junto a él en la batalla de Nix en 1539. Durante aquella brutal contienda, Elren fue gravemente herido por una espada enemiga y perdió una de sus extremidades. Aquella jornada también marcó una tragedia personal para Arterius: su padre, Thordan, quien se había ofrecido a combatir por la República una última vez, cayó en combate. Su sacrificio fue fundamental para asegurar la retirada de sus aliados, pero su muerte dejó una cicatriz imborrable en el corazón de Arterius, reafirmando su compromiso con la causa republicana.

Una de las aventuras más difíciles y memorables de Arterius ocurrió dos años después de la guerra de Nix durante la expedición hacia el norte helado, a las ruinas de Cristal. Se decía que en sus profundidades se ocultaba un poderoso artefacto capaz de paralizar a los enemigos con un simple golpe. Acompañado por un selecto grupo de guerreros, magos y exploradores, Arterius se adentró en las gélidas cavernas, enfrentándose a bestias congeladas, espectros de hielo y trampas mortales diseñadas para proteger los secretos del lugar.

En el corazón de las ruinas la encontraron, una temible criatura hecha de hielo y roca que defendía el artefacto con una fuerza implacable. La batalla fue larga y brutal; varios de sus aliados cayeron en la lucha. Finalmente, con astucia y coraje, consiguieron derrotarla. Sin embargo, tras el combate, entendió que el artefacto era demasiado peligroso y decidió destruirlo para evitar que su poder cayera en malas manos.

Exhausto física y emocionalmente, Arterius decidió alejarse del combate por un tiempo. Junto a su esposa Valaks —una mujer tenaz con quien había compartido numerosas batallas y quien siempre había sido su refugio en medio del caos—, se trasladaron a Illiandor, buscando una vida más tranquila y estable. Allí, en una modesta vivienda al borde del bosque, encontraron un remanso de paz donde reconstruir sus vidas lejos del conflicto. Entre 1541 y 1580, vivieron dedicados al cuidado del hogar, la reflexión y el fortalecimiento de sus lazos. Durante ese tiempo nació su hija Lyss, una niña de espíritu vivaz que se convirtió en el nuevo centro del mundo de Arterius. Aunque la llama de la guerra jamás se apagó del todo en su interior, aquellos años le permitieron recordar para quién y por qué luchaba.

Pero la calma nunca es eterna en Imperium. En el año 1580, Arterius comenzó a notar cambios extraños en la naturaleza: los vientos enrarecidos, las mareas inestables y una energía sutil pero inquietante que parecía recorrer los bosques cercanos. Su experiencia como gladiador y observador del mundo le decía que algo oscuro se avecinaba. No tardó en llegarle la confirmación: rumores de portales extraños, criaturas desconocidas y cristales de poder surgían en distintas regiones del continente.

Arterius comprendió entonces que su descanso había terminado. No podía permitirse la pasividad mientras el mundo que su hija estaba destinado a habitar comenzaba a tambalearse. Impulsado por el deber y por el amor hacia su familia, desempolvó su armadura, pulió sus nudillos y decidió volver al frente. No como el joven impulsivo de antaño, sino como un veterano que conocía tanto la gloria como el sacrificio, dispuesto a alzarse una vez más por la República… y por el futuro de su hija.

Poco después de retomar las armas, Arterius fue asignado como parte de un grupo que investigaba las perturbaciones mágicas cerca del Río Otarot. Lo que parecía una misión de reconocimiento se transformó rápidamente en una pesadilla. Criaturas desconocidas surgían de portales inestables, y un cristal extraño parecía alimentar la distorsión del entorno. Durante el enfrentamiento, Arterius lideró una maniobra de distracción que permitió a los magos republicanos cerrar temporalmente el portal. Aunque el cristal fue destruido, las bajas fueron numerosas, y el terror que dejaron aquellas criaturas se extendió rápidamente entre los sobrevivientes. Arterius supo, desde ese momento, que se avecinaba una guerra como ninguna otra.

A lo largo de los años siguientes, participó en varias escaramuzas vinculadas al fenómeno conocido como “La Fractura”. Se enfrentó a monstruos del Inframundo, defendió enclaves críticos de la República y asistió a la recuperación de fragmentos de cristales antes de que cayeran en manos del Caos. Sin embargo, fue en el año 1582, durante la infame batalla de Arghal, donde su leyenda se consolidó. Arterius decidió participar no sólo por deber, sino también en honor a la fallecida gobernadora Valeria Aetheria, a quien había conocido y admirado profundamente por su liderazgo y compromiso con los ideales republicanos. Su furia ya no era solo por venganza, sino por justicia. Con sus nudillos en mano, marchó hacia Arghal decidido a honrar su legado con cada golpe, dispuesto a darlo todo.

Las tropas de la República, el Imperio y las Hordas del Caos se enfrentaron en un conflicto apocalíptico. Arterius luchó codo a codo con Fausto, quien había regresado del más allá, y presenció la caída de Ecnath, su líder. En medio del caos, fue herido gravemente pero se negó a abandonar el campo de batalla. Con determinación férrea, se abrió paso entre las líneas enemigas para rescatar a un grupo de jóvenes reclutas atrapados en la zona de los muelles. Guiándolos por rutas secundarias que conocía desde sus días como explorador, logró evitar el colapso de la retaguardia. Aquel acto de valentía permitió salvar decenas de vidas y selló su reconocimiento entre la tropa, que desde entonces comenzó a llamarlo “Puño del Ocaso”, en honor a su valentía en los momentos más desesperantes de la batalla.

Marcado física y emocionalmente por aquella tragedia, Arterius decidió mudarse definitivamente a Suramei junto a su esposa Valaks y su hija Lyss. La caída de Arghal había demostrado que ningún lugar era completamente seguro, pero Suramei representaba no solo un bastión de resistencia, sino también una esperanza para reconstruir desde las cenizas. Además, allí se encontraba la sede de la Asamblea Republicana, y Arterius intuía que su experiencia podría ser de mayor utilidad. Pero también había un motivo personal: sentía que su hija merecía crecer en un lugar donde aún se respiraba libertad.

Poco después de su llegada, y luego de años de servicio informal a la causa, Arterius decidió presentar su solicitud formal para unirse a la Milicia Republicana. Había pospuesto ese paso durante décadas, priorizando la acción directa, pero tras todo lo vivido, comprendió que formar parte de la milicia era el camino para proteger de forma más estructurada aquello que amaba. Con el peso de su historia sobre los hombros, y el fuego de la República aún latiendo en su interior, Arterius se preparaba para una nueva etapa, una donde sus nudillos hablarían no solo por él, sino por todo un pueblo que se negaba a arrodillarse ante la el Imperio y la oscuridad.

Presente, aspiraciones y futuro


Hoy, Arterius reside en la ciudad de Suramei junto a su esposa Valaks y su hija Lyss. Aunque Suramei se encuentra actualmente bajo la influencia directa de Fausto, Arterius permanece allí para mantenerse cerca de los centros estratégicos de decisión de la República y vigilar de cerca el rumbo de los acontecimientos. Para él, Illiandor —bajo el liderazgo de Zharas Mul— representa los ideales más puros de libertad, pero sabe que desde Suramei puede actuar con mayor eficacia en defensa de esos valores. Su esperanza es que algún día su hija crezca en un mundo donde la libertad no dependa de la ciudad en la que se viva, sino de las decisiones que se tomen en nombre del pueblo.

Arterius forma parte oficialmente de la Milicia Republicana. Su experiencia y su historial en batalla lo convirtieron en una figura de referencia dentro de la estructura militar, donde no solo ejecuta misiones de alto riesgo, sino que también contribuye a la formación de nuevos líderes. Participa activamente en misiones de campo y colabora como instructor para jóvenes reclutas. Su experiencia es altamente valorada, y aunque sus métodos son exigentes, sus enseñanzas dejan una marca profunda en quienes lo escuchan. Entrena con ellos, los observa, los corrige y les transmite no solo técnicas de combate, sino también los principios que lo guían: disciplina, determinación y coraje.

Además, ha fundado el clan Megonex, una hermandad compuesta por sus aliados más cercanos: antiguos camaradas, magos, paladines, mercenarios y exploradores que lo han acompañado en múltiples campañas. Megonex no es solo un estandarte de guerra, sino también un símbolo de resistencia, honor y convicción. Para Arterius, el clan representa un nuevo legado, una causa colectiva que puede resistir incluso cuando las instituciones tiemblan.

Su causa más importante hoy es proteger a su familia. Cada batalla, cada decisión, está impregnada del deseo de construir un mundo más justo para Valaks y Lyss. Como segundo propósito, mantiene su compromiso con la defensa de la República y la lucha contra el Imperio y las Hordas del Caos. En su día a día, equilibra el deber y el hogar: entrena soldados, forja armas en una pequeña herrería que ha montado en su vivienda, realiza misiones de patrullaje y, por las tardes, comparte tiempo con su familia. En particular, acompaña de cerca el desarrollo de su hija Lyss, quien a sus 28 años se está formando como clériga. Aunque le cuesta aceptar que pronto partirá a escribir su propia historia, Arterius la apoya con orgullo y preocupación en igual medida.

Su motivación actual no proviene de glorias pasadas ni de honores militares, sino del simple anhelo de dejar un mundo mejor para los que vienen detrás. Su lema, repetido en silencio cada mañana antes de salir de su hogar, es simple pero firme:

“Que mis nudillos nunca caigan antes que mi voluntad.”

Con ese pensamiento guía sus pasos, mientras la historia aún escribe nuevas páginas bajo su sombra.

arterius.txt · Última modificación: 2025/07/22 22:36 por behjer