Araelle
La Filósofa | ||
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| Clase: Druida Raza: Elfo Género: Femenino Nacimiento: 1547 Fallecimiento: - Lealtad: Milicia Republicana Relacionados: Ivoku - Richword - Micu - Clan: Libertatem | |
Descripción física y personalidad
Cabello pelirrojo, unas largas y puntiagudas orejas de unos diecisiete centímetros y unos brillantes ojos celestes. Así es como Araelle se describe. Suele tener momentos en los que necesita estar acompañada, y algunos en los que solo depende de su pluma, unos pergaminos y una solemne soledad. Es hallada con los suyos, los elfos, pero más con los humanos, de quienes ella aprendió a afrontar cada circunstancia de una forma distinta a como un elfo lo haría. De tratarse de una lectora frecuente y una entusiasta para la escritura, ha leído y aprendido a recolectar personalidades de cada una de las razas coexistentes del mundo en el que vive.
Inicios del personaje
Familia con afines Imperiales. Nacida en Banderbill y criada en Arghal por ambos padres, Araelle atravesó su infancia y adolescencia en los bosques sagrados, a pocos kilómetros de la ciudad capital del Imperio, la imponente Banderbill. Solía frecuentar un verdoso y cristalino lago en el que, junto a sus amigos de ciudad, dentro de los cuales se encontraban hijos humanos de soldados imperiales y otros elfos de su misma especie, pasaban la tarde recolectando restos de piedras preciosas y algunos restos de anfibios muertos. Por estos últimos, ella tenía una particular obsesión por coleccionarlos, pues creía en los brebajes mágicos a base de ellos de las que tantas historias oyó. Realmente estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de que su pelo crezca de varios colores. Dentro de su adolescencia, fue adquiriendo la profesión de su padre: la sastrería. Ella aprendió desde como mantener la templanza para la caza hasta como despellejarles el cuero de la piel. Si bien, ella sostenía un cierto amor por los animales del mundo, sobre todo aquellos que frecuentaban los bosques, como los Ents, aprendió a comprender que el orden natural también consistía en la supervivencia en base a ellos. Más en específico los lobos, a los que ella siempre les tuvo un agigantado respeto. A sus veintisiete años decidió mudarse a Ullathorpe, un humilde pueblo ubicado a varios kilómetros al sur de dónde ella residía. Era su primera vez en aquellos pagos. Tal drástica decisión parte de la necesidad de la caza de lobos en un bosque muy cercano esta ciudad, algunos residentes le dicen: “Gran Aullido”. En dicho pueblo, con el paso del tiempo, Araelle no solo agudizó su conocimiento y la soltura para su profesión, sino que también fue conociendo a muchos nobles jóvenes que también aspiraban crecimiento y trabajo en aquella ciudad. Es así como conoció a un majestuoso clérigo llamado “Ivoku”, con quien no solo ha compartido varios tragos en la vieja taberna sino que además ha compartido muchas experiencias tanto de vida como de combate. Sin saberlo, se estaba forjando una hermosa amistad.
Historia intermedia
En su paso por la sastrería, en Ullathorpe, ella acrecentó su conocimiento por la profesión y comenzó a vender pieles reacondicionadas a los sastreros de las ciudades cercanas y la misma Ullathorpe, donde ella vivía. Nix fue su primer foco de comercialización, se trata de una ciudad imperial muy aferrada su puerto y por ende, era quien proveía de vestimentas a la ciudad capital. Allí solo se dedicaba a vender pieles secas, ya que no le eran solicitadas prendas confeccionadas. No obstante, Araelle siempre intentó expandir su trabajo a la ciudad desértica de Rinkel, una gran ciudad de la que ella ha oído a hablar ciertos comerciantes, éstos siempre le aconsejaban comercializar allí, ya que se trataba de una inmensa y gratificante ciudad en cuanto a ventas refiere. A sus veintinueve años, decidió conocer por primera vez aquella ciudad desértica y tratar de, al menos con un simple puesto, concretar sus objetivos. En los primeros meses, sus principales clientes, eran los enanos mercenarios del norte, que, al provenir de las tierras heladas Tiamanas, junto a sus mortales tormentas nevadas y climas polares, no dudaban ni un segundo en gastar grandes cantidades de sus monedas para esos abrasivos y calurosos ropajes de oso pardo que Araelle vendía. Si hay algo que ella no quería era dejar los bosques y la escritura. Araelle fue mudando poco a poco su hogar a Rinkel, a una humilde casa al este, junto a una grande y verdosa arena, dónde varios paladines de diferentes cualidades y razas, entrenaban durante el ocaso. Su mudanza se debía pura y exclusivamente a un fin comercial, ella aún frecuentaba los bosques de Oderon, aunque cada vez, éstos más lejos le quedaban. Es allí donde ella continuaba recolectando pieles para su comercio, pero también recolectaba en esos antiguos pergaminos para escribir sobre la naturaleza, las criaturas del bosque y sobre todo, por las razas del mundo. Eso cautivaba siempre la atención de Araelle. En Rinkel, en uno de sus tantos viajes, conoció a un valeroso y apuesto humano que le llamó poderosamente la atención. Su nombre era Richword. Provenía de Lindos. Una isla que a ella le traía lejanos recuerdos, ya que ella oía historias de aquella ciudad de sus padres, que también frecuentaban la escritura y la lectura. Araelle sabía que en aquella ciudad se encontraba una majestuosa e imponente Biblioteca, sitio en el que ella anhelaría pasar sus largos años de elfo leyendo y escribiendo historias. Ella sabía que el diario de Erandiul, un reconocido elfo ávido en la escritura élfica, se encontraría en aquellos estantes. Retomando su inesperado encuentro, Araelle no dudó en consultarle al humano sobre la ciudad de Lindos. Richword, para la sastisfacción de Araelle, era bibliotecario. Un ávido escritor de historias, leyendas y realidades sobre guerreros, viajeros y comerciantes que luchaban, trabajan y comerciaban en todas las ciudades del mundo. Ella creía estar en presencia de una persona realmente fascinante y que incluso, por un momento, olvidó de que tenía más clientes para atender en su puesto. En su mente, Oderon ya empezaba a ser algo del pasado… En un primer momento no tuvo la suficiente celeridad para instar al humano a que la haga parte de sus viajes, que la lleve a conocer sus historias y los lugares de los que tanto éste le hablaba. Claro, es que aún no había la suficiente confianza, al menos ella así lo sentía. Convengamos que no dejaba de ser uno más de sus compradores. Luego de una larga y una amplia ilusión sobre la elfa, el humano se retiraba al puerto para partir de nuevo a su ciudad. Con el paso de los días, ella esperaba con ansias que Richword regrese a la ciudad, no quitaba los ojos de encima del puerto, esperanzada de que el humano arribe. No fue hasta el siguiente mes que ella logró ahorrar lo suficiente para emprender su viaje soñado, viajar a la ciudad de Lindos. Dicha ciudad la recibió con un inesperado encuentro, Richword se encontraba trabajando en la biblioteca. El humano, al ver la motivación de Araelle, no dudó en ofrecerle trabajo en la reposición de estantes y acomodar bibliografías obsoletas. Para ella, era un gran inicio. Decidió volver a Rinkel para desmantelar su puesto y tomar algunas pertenencias en su hogar; estaba decidida a instalarse en Lindos. Ara, como le decían los aldeanos de Lindos, decidió viajar, en sus semanas ociosas, por todas las tierras del mundo para recolectar historias y comenzar con las interpretaciones de los relatos y sus posteriores escritos. Algo que ella tituló como diario de viajes de Araelle, aunque verdaderamente su fuerte era la escritura ancestral. Su lectura reciente enfatizaba con un continente tan al este que apenas creía que éste existiese; un lugar habitado por osos y poderosas criaturas mitológicas como los gladiadores, dónde el viento no resopla con aire frío como en Banderbill. Un extraño continente llamado Rhagnark. Desde el puerto de Lindos, Araelle siempre observaba grandes galeras y veleros con banderas color naranja pero nunca supo hacia dónde se dirigían ni mucho menos de dónde provenían. En su afán de recolectar aún más historias, ha decidido un día incursionar, con una barca comprada, aquel continente. No sin antes descartar sus inisgnias imperiales, ya que ella aún seguía teniendo afinidad por el Imperio, pero al decidir incursionar a un lugar desconocido, fue inteligente y optó por descartar tales insignias. Un día optó por seguir a lo lejos a una de esas embarcaciones, en todo el viaje iba pensando si estaba cometiendo un gran error, adónde iba a terminar y con quienes se encontraría allí. El galeón se asentó en un simple y llamativo puerto, plagado de antorchas, embarcaciones ancladas y muchas banderas naranjas. Araelle, sin saberlo, estaba en territorio republicano. ”.
Presente, aspiraciones y futuro
Desde su llegada a Suramei, Araelle encontró algo distinto en aquella ciudad, en aquella población. Desde una primera incursión, se asombró de como la ciudadanía se organizaba y entablaba un entorno amigable entre sí. Al ver como se reunían a conversar y a leer en la plaza central, junto a una imponente estatua con la leyenda “Fausto” debajo, quedó realmente asombrada, eso la estableció allí. Es allí cuando Micu se le curzó en la vida, una sutil humana, muy gentil y amorosa, le ha brindado todo tipo de guía y ayuda a Araelle para que se asente de forma sencilla y correcta en la ciudad. Poco a poco, Araelle, fue sintiendo un gran aprecio hacia ella, convirtiéndose rápidamente en una gran amiga y compañera de aventuras. En ese transcurso, la elfa, fue dedicándose aún más a la escritura, desestimando lo que alguna vez fue su viejo trabajo, la sastrería. Para su sorpresa, un día común en la ciudad capital encontró a quién fue su amigo en la adolescencia, Ivoku estaba entrenando a jóvenes aspirantes en la herrería de la ciudad. Luego de muchas horas hablando sobre el presente de ambos, Araelle fue propuesta por Ivoku para trabajar en la biblioteca de la Asamblea Republicana, dónde perfeccionó su escritura y se perfilaba para aspirar su ingreso a la fiel Milicia Republicana, redactando informes oficiales, cartelerías informativas y pergaminos históricos que prevalecerían en la ciudad sureña. A día de hoy escribe para la Milicia Republicana. Dharian en persona ha visto una distinción en ella y le ha destacado, no solo su gratitud por su noble labor, si no también facilitarle el ingreso a la Milicia Republicana, para que ella logre tener un crecimiento calificado. Pese a que ella siempre optó por el pacifismo, sus amistades también le han enseñado el arte del combate, del uso del arco y, por su parte, Araelle fue impetuosa en el uso de las metamorfosis, un viejo recurso que su raza arrastra consigo. No obstante a ello, su templanza es proporcional a su responsabilidad militar. En caso de que la República lo requiera, ella siempre estará al frente del comabte. Actualmente reside en la ciudad de Iliandor, un pueblo al Norte, dónde ella encontró también una identidad aferrada con sus lugares de residencia pasada. Se dedica fielmente a la filosofía, actualmente redacta sobre la influencia de los elfos en los bosques del norte, y como adecuar un sentido universal y de pertenencia espiritual con el resto de las razas del mundo. Es integrante y general del clan Libertatem, una agrupación de guerreros que la recibió con los brazos abiertos, puesto que sus pares son como ella, ávidos por la lectura y la relación con los ciudadanos faccionarios. Para su suerte, Ivoku es quien comanda tal agrupación, por ende sabe que está realmente entre los suyos. Hace pocas semanas se ha tomado la decisión de que ella sea quien conduzca de forma oficial las Asambleas Republicanas, dónde siempre hace énfasis en lo que los ciudadanos les proponen. Ha sido el mismo Dharian quién le propueso tal responsabilidad, a lo que ella aceptó con gusto y una determinada afirmación. Su pasatiempo actual es asistir con frecuencia al lugar dónde su sueño es real: la biblioteca de Lindos, dónde cada tanto, se toma unos minutos para escribir y actualizar su diario de viajes, esperanzada de que en algún momento, éste forme parte de aquella biblioteca.