Guardián del Bosque | ||
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| Clase: Paladín Raza: Humano Género: Masculino Nacimiento: 1518 Fallecimiento: - Lealtad: Hordas del Caos Relacionados: Siouxy (nigromante aliada), Manada del Bosque Gran Aullido | |
Descripción física y personalidad
Ayrton es un humano con una imponente figura física: alto, musculoso y con cicatrices que cruzan su rostro y cuerpo, testimonio de las feroces batallas libradas. Su cabello es largo y desordenado, con un tono grisáceo que parece reflejar su conexión con los lobos. Sus ojos, de un amarillo intenso, asemejan la mirada depredadora de un alfa.
Tiene un fuerte sentido de la justicia basado en la supervivencia y el honor. Aunque su experiencia lo ha vuelto duro, sigue siendo profundamente leal a su propia “manada”.
Inicios del personaje
Nacido como hijo de un herrero de las fuerzas del caos, Ayrton tuvo una infancia marcada por la guerra. Su padre fue asesinado en una invasión, obligándolo a huir al Bosque Gran Aullido, donde fue acogido por una manada de lobos. Allí, aprendió a sobrevivir, luchando contra bestias feroces hasta convertirse en el alfa del grupo. La convivencia con los lobos moldeó su fuerza y personalidad, así como su apariencia física.
Historia intermedia
Una tarde, mientras custodiaba los límites de su territorio en el Bosque Gran Aullido, Ayrton escuchó aullidos desgarradores a la distancia. Su instinto se activó, y corrió a través de los árboles. Al llegar, se encontró con una escena desoladora: decenas de cuerpos de lobos destrozados y algunos pocos cuerpos de soldados de la Armada Imperial. Solían enviar expediciones en busca de pieles pero nunca habían invadido el bosque. Ayrton, muy astuto, asumió que debían estar buscando recursos para prepararse para un gran enfrentamiento. Muy probablemente contra las Hordas.
La impotencia lo invadió. Se arrodilló entre los restos de la batalla, gritando de dolor. Una mezcla de rabia, tristeza y culpa lo consumió. “No otra vez”, murmuró, recordando la muerte de su padre y la sensación de haber perdido todo una vez más.
Cuando recuperó el control de sí mismo, Ayrton decidió que no permitiría que el sacrificio de su manada fuera en vano. Con una determinación fría, reunió los colmillos de los lobos más feroces y los limpió con cuidado, cada uno un símbolo de su vínculo y su promesa de venganza. Luego, partió hacia Orac, donde usó los conocimientos de herrería que su padre le había transmitido para forjar una espada única.
La nigromante Siouxy, conmovida por la historia de Ayrton, accedió a realizar un ritual prohibido, infundiendo la espada con los espíritus de los lobos caídos. Mientras observaba el ritual, Ayrton sintió una conexión indescriptible: su manada no había desaparecido del todo. Ahora vivían dentro de la espada que portaría, dándole fuerza en cada combate.
Renovado pero endurecido, Ayrton buscó venganza y respuestas. Unió fuerzas con las Hordas del Caos, deseando aprovechar su próximo ataque contra Nix para enfrentarse a los responsables.
Cuando las Hordas del Caos invadieron Nix, Ayrton no perdió tiempo y se lanzó directo a la acción. Al cruzar las puertas, Ayrton se encontró atrapado en una emboscada. Los defensores de Nix habían preparado trampas y barricadas, dejando al grupo caótico disperso y vulnerable. Ayrton, confiando en su instinto y la fuerza de su espada infundida con los espíritus de su manada, se lanzó al combate. Cada golpe de su arma parecía resonar con un aullido lejano, llenando el aire con una presencia intimidante.
La batalla fue brutal. Ayrton enfrentó a decenas de soldados imperiales, luchando con una ferocidad que parecía sobrehumana. Los enemigos caían uno tras otro bajo su hoja implacable, pero la superioridad numérica comenzó a pasar factura. Una lanza atravesó su hombro izquierdo, una flecha se clavó profundamente en su muslo, y una espada cortó su costado, dejándolo debilitado pero aún en pie.
Cuando los caóticos lo encontraron, lo llevaron hasta Siouxy, creyendo que estaba muerto. Sin embargo, la nigromante descubrió algo extraordinario: la parte humana de Ayrton había sucumbido, pero su vínculo con los lobos mantenía su espíritu vivo. Gracias a este lazo y a un ritual oscuro, logró reanimar su espíritu, devolviéndolo parcialmente a la vida. Aunque sobrevivió, decidió retirarse para proteger el bosque que una vez llamó hogar.
Presente, aspiraciones y futuro
En la actualidad, Ayrton vive en solitario como el Guardián del Bosque Gran Aullido, asegurándose de que cualquier lobo o criatura que desee paz encuentre refugio. Aunque su vida es tranquila, sus cicatrices siempre le recuerdan la batalla que nunca termina.